16/5/14

La telecomunicación y el cambio social


Cuatro revoluciones de los medios de comunicación
En la historia de las sociedades humanas, en los elementos que han contribuido de forma decisiva y característica a la formación del diálogo social (es decir, los massmedia), han tenido lugar cuatro revoluciones de carácter marcadamente distinto: el lenguaje, la escritura, la imprenta y, ahora, las telecomunicaciones. Cada una de estas revoluciones está asociada a un tipo de vida basado en una tecnología diferente.


El lenguaje está en la base de la comunidad de las tribus de cazadores: señal eficaz, permite a los hombres actuar conjuntamente en la persecución de objetivos comunes. La aparición de la escritura corresponde a la creación de los primeros centros urbanos de la sociedad agrícola: es la base del registro de las transacciones, de la transmisión codificada del saber y de las competencias. La imprenta está en la base de la sociedad industrial: en la base del saber_leer y de la educación de masas. Las telecomunicaciones (del griego, tele, "a una cierta distancia"): los cables, la telegrafía, el teléfono, la televisión y, actualmente, las nuevas tecnologías que están en la base de la sociedad informatizada.
Cada uno de estos medios se ha visto sometido a largos periodos de gestación.
El lenguaje
Su origen se pierde en un pasado tan remoto que apenas podemos vislumbarlo. Pero sabemos que el lenguaje humano también es complejo en las sociedades llamadas avanzadas.
La escritura
La escritura se remonta a unos 6,500 años aproximadamente. Es fonética, es decir, que simboliza los sonidos mediante "signos" estilizados que representan unidades de lenguaje. Las primeras de estas unidades tal vez fueran ideogramas, en los que cada signo representaba a un objeto, o fonogramas, en los que cada consonante principal designaba al objeto. La tecnología de los materiales determinaba a menudo el estilo. En Mesopotamia, los primeros escribas escribían sobre arcilla y utilizaban cuatro clases de rasgos diferentes para producir una escritura cuneiforme. En Egipto, donde se había desarrollado el pergamino, las primeras imágenes convencionales son los jeroglíficos. De estos primeros intentos y gracias a la difusión, o sencillamente gracias a una invención independiente (como es el caso del chino y del malasio), surgió la idea del alfabeto y de los carácteres de origen ideográfico utilizados por algunas lenguas orientales.
El desarrollo de la escritura permitió la existencia de un sistema complejo de transacciones. De ella se derivaron tanto la precisión como la concisión de expresión. Gracias a las bibliotecas y a los archivos, se tenía la base de la codificación y de la transmisión del saber. Pero conviene recordar que no todos los antiguos coincidían en considerar esto como una ventaja indiscutible. Platón, por ejemplo, se lamentaba del hecho de que la escritura facilitase a los "perezosos" la absorción del saber, ya que reducía la importancia de la memoria individual que la tradición oral había creado. Los antiguos bardos, escribas, sacerdotes y rabinos eran capaces todos ellos de actos de memoria prodigiosos, que seguramente impresionarían a nuestro público moderno. Tuvo que pasar mucho tiempo -miles de años para ser concretos- para que formas estandarizadas -como el alfabeto romano- pudieran llegar a establecerse.
La imprenta
Ésta se remonta a los sellos, contrastes y tintas, utilizados para imprimir la moneda y que existieron desde el principio de las transacciones comerciales, del intercambio de correspondencia y mensajes diplomáticos. Eran signos estandarizados que indicaban la identidad de una persona o de una autoridad. Pero la imprenta, en el sentido tecnológico del término, sólo data del siglo XV con la invención de los caracteres móviles, la compaginación de estos caracteres y la creación de múltiples copias que eran agrupadas en libro. Los progresos más destacados de la tecnología en el campo de la imprenta no se produjeron hasta el siglo XX. Primero la utilización de la fuerza creada por el vapor permitió aumentar considerablemente la productividad de la prensa, luego su productividad aumentó gracias a la creación de los cilindros utilizados en las prensas rotativas de gran velocidad y, por último, gracias a la invención de las máquinas de composición. Actualmente, mediante las prensas offset modernas de gran velocidad, se pueden imprimir millones de periódicos en una sola noche, producir libros y revistas ilustradas al igual que impresos, recibos, facturas, cheques, billetes y otros tipos de documentos de los que depende nuestra sociedad industrial moderna. (Pero, ¿qué diablos hacen los servicios de inmigración y de aduanas británicos, franceses y norteamericanos con esos miles de millones de "cartas de desembarco" que deben acumularse cada año al mismo ritmo que se multiplican los viajes?). Una nueva revolución en la imprenta permite eliminar la "fundición" y la compaginación mecánica utilizando un ordenador y vigilando electrónicamente la producción para producir más fácilmente periódicos y libros "en frío".
Las telecomunicaciones
Los sistemas de telecomunicaciones son la transmisión de señales codificadas, voces o imágenes más allá del oído o de la vista de un individuo. Hay que remontarse a las señales de humo, a las fogatas sobre las colinas o al tam_tam para encontrar los primeros esfuerzos realizados por el ser humano para ampliar el campo de sus comunicaciones. Pero fue gracias al descubrimiento de la electricidad como se llegó a las telecomunicaciones. En 1844, Samuel Finlay Breese Morse consiguió interrumpir la corriente de un circuito eléctrico de forma intermitente, y codificando estos clics audibles (punto, raya) inventó el morse y la telegrafía. En 1872 se estableció la telegrafía doble: el mismo hilo era utilizado para dos mensajes diferentes. En 1874, Thomas Alva Edison inventó un sistema cuádruple y la telegrafía se convirtió en un sistema comercial viable, que a través de cables submarinos podía enlazar diferentes continentes. El teléfono, atribuido a Alexandre Graham Bell, fue creado en los años 1870 cuando se hizo posible variar la intensidad fluctuante de la corriente eléctrica hasta poder reproducir las características acústicas de las ondas sonoras.
La televisión fue inventada también en los años 1870, cuando se descubrió que las variaciones de la conductividad eléctrica del selenio expuesto a la luz producían diferentes matices de color que permitían la transmisión de imágenes. Sin embargo, ésta última sólo fue una realidad tecnológica avanzados los años veinte, cuando Vladimir K. Zworykin creó una máquina electrónica que permitía la transmisión de 30 imágenes por segundo, pudiendo así simular el movimiento.
Telemática/ "Compunications"
En la actualidad, 125 años después de la creación de las primeras máquinas en el campo de las telecomunicaciones (consolidando todas estas máquinas y conectándolas a un ordenador), nos hallamos en el umbral de un nuevo invento que puede ser calificado de "revolucionario" gracias a las diferentes posibilidades de comunicaciones que ofrece. Es lo que Simon Nora/Alain Minc (1978), en un importante informe dirigido al presidente de la República francesa, denominan la "telemática" o, lo que mi colega de Harvard, Anthony Gettinger (1976 y 1977) llama compunications. La telemática o compunicationses la fusión del teléfono, del ordenador y de la televisión en un sistema único, aunque diferenciado, que permite la transmisión de datos la acción recíproca entre individuos o entre ordenadores mediante cables, enlaces o satélite de ondas, de forma que se puede a la vez acelerar la comunicación y organizarla de manera totalmente distinta. Aunque no sea éste el marco más adecuado para entrar en detalles, quiero mencionar algunas de estas nuevas técnicas e ilustrar sus consecuencias (Bell, 1977 a y 1977 b).
Redes de transformación de datos. Estos incluirían las compras hechas en almacenes y automáticamente transferidas a los ordenadores de los bancos, así como los pedidos de mercancías, como el automóvil, enviados a través del ordenador y transformados en una serie de programas y de inventarios correspondientes a las especificaciones individuales de los artículos solicitados. En un sentido más amplio, esto sustituiría en gran parte la "economía del papel" por un sistema de transferencia electrónica.
Bancos de informaciones y de sistemas de recuperación. Esto incluye la anulación o la búsqueda de una información por ordenador, así como el registro de una cita legal, de una fórmula química, de datos del censo, de encuestas, de mercado, etcétera.
Sistemas teletextos, como el sistema Prestel de los Correos británicos (anteriormente llamado View Data), o los sistemas franceses Antiope y Tic_Tac, que ofrecen en casa a través de la pantalla de televisión toda la información requerida sobre las noticias, el tiempo, la bolsa, los pequeños anuncios, las encuestas de mercado, etcétera, constituyendo una amalgama de las páginas amarillas de los anuarios telefónicos y de los pequeños anuncios de los periódicos, y facilitando a la vez referencias estándar y noticias ininterrumpidas.
Sistemas facsímiles que permiten la transmisión electrónica más que postal de documentos y otros materiales (facturas, ordenes de pedidos, correo).
Sistemas de ordenadores interactivos que permiten a los equipos de investigadores, a los directores de oficinas, o a las agencias gubernamentales permanecer en contacto unos con otros a fin de comunicarse nuevos resultados, nuevas órdenes o informaciones financieras.
No hay en todo esto ni especulación ni quimeras de ciencia_ficción. Se trata de una nueva tecnología. Su introducción y su difusión dependerán, por supuesto, por una parte del costo y por otra de la competitividad de procedimientos rivales, pero también de la política gubernamental que puede facilitar o postergar determinados desarrollos. Ahí entra una cuestión política y económica que escapa al marco de este artículo.
Pero admitamos que estas nuevas tecnologías y estos nuevos procedimientos acaban por ser introducidos. ¿Cuáles serán sus consecuencias? Resulta muy expuesto, cuando no imposible, predecir los cambios sociales y los resultados específicos. Pero sin embargo se pueden esbozar a grandes rasgos los cambios sociales eventuales que se producirían si estos nuevos procedimientos llegaran a materializarse. Los dos apartados que vienen a continuación están dedicados concretamente a este tema.
Tres clases de infraestructuras
En cualquier sociedad, tres clases de infraestructuras muy distintas se hallan relacionadas entre sí: los transportes, la energía y las comunicaciones.
Los transportes
Es la infraestructura más antigua: viejas pistas, carreteras, ríos y más tarde canales utilizados por los negociantes permitieron poner fin al aislamiento de los pueblos o a la segmentación de las regiones gracias al crecimiento comercial. Los transportes hicieron de enlace entre las regiones.
Una de las consecuencias del transporte fue la necesidad de crear toda ciudad importante cerca de las vías fluviales (oceáno, lago, río), ya que éstas permitían el transporte masivo. El centro industrial de Estados Unidos, por ejemplo, fue construido en la confluencia de los transportes fluviales y de los recursos necesarios para la industria. Los yacimientos de hierro se encontraban en el Mesabi sobre el lago Mayor y los de carbón en la Illinois del sur y en la Pensilvania del oeste. El haber podido conectarlos a través de los Grandes Lagos y los innumerables ríos permitió el desarrollo de una industria del acero y más tarde la del automóvil.
Las vías fluviales eran como un gran collar que enlazaba a todas las grandes ciudades industriales entre sí, desde Chicago a Pittsburg pasando por Detroit, Cleveland y Buffalo.
En Alemania, durante los siglos XVIII y XIX, la mayor parte del comercio se hacía a lo largo de un eje norte_sur, siguiendo los cursos de los ríos Rhin, Elba, Oder y Weser. Fue el ferrocarril el que, uniendo el este con el oeste, facilitó la unificación de Alemania antes de 1870, así como su conversión en una potencia industrial y militar.
La energía
La energía fue la segunda infraestructura. Primero se utilizaron las ruedas hidráulicas para producir energía, luego se recurrió a la hidroelectricidad, más tarde se emplearon los oleoductos (el petróleo), los conductos de gas y finalmente la red eléctrica.
La interacción de la energía y de los transportes permitió el desarrollo de las industrias y de las periferias, ya que la red eléctrica podía transmitir esta energía a 100 km a la redonda. Ello dió lugar al desarrollo de importantes complejos industriales que ocupaban zonas de gran extensión.
Las comunicaciones
En este terreno la infraestructura más antigua es sin duda el servicio postal. Tuvieron que pasar muchos años hasta que vieran la luz los diferentes sistemas de telecomunicaciones que han llevado a la tecnología que conocemos hoy.
La revolución en este campo implicará probablemente una mayor transformación en la modalidad de las infraestructuras: es decir, que las comunicaciones se convertirán en la infraestructura de toda la sociedad. Las comunicaciones establecen conexiones que aumentarán la interacción entre individuos y reducirán de forma espectacular el costo de los transportes. Esto repercutirá en la localización de las ciudades, ya que las "relaciones económicas exteriores" que antes sólo eran posibles en el centro de las ciudades actualmente han sido reemplazadas por dispositivos de comunicaciones.
Lo que es muy importante es que estas nuevas comunicaciones amplían sensiblemente la palestra de la acción social. Durante estos últimos treinta años algunos países, gracias a la revolución de los transportes aéreos y de las comunicaciones, han podido convertirse en sociedades nacionales a todos los efectos, donde lo que sucede en un extremo del país es inmediatamente retransmitido al extremo opuesto. En un sentido más amplio aparece, por vez primera, una verdadera economía internacional en la que el precio y valor son comunicados "sin dilación" a los cuatro puntos del globo.
Así pues, los tesoreros bancarios o los controladores de corporaciones pueden dirigirse al servicio de bolsa internacional de Reuter y obtener inmediatamente las cotizaciones en la bolsa de las divisas de veinticinco países diferentes, desde Frankfurt a Londres, pasando por Nueva York, Tokio, Singapur, Hong Kong, etcétera, con lo que pueden obtener el mayor beneficio de las diferentes tasas y desplazar sus acciones si es necesario.
Gracias a los satélites y a la televisión se puede estar inmediatamente al corriente de lo que pasa en todas las partes del mundo. Se puede concluir por tanto que la multiplicación de la interacción y la ampliación de la palestra social son las consecuencias más importantes de un cambio de las modalidades de la infraestructura. Pero es una cuestión sobre la que volveremos más adelante.


La sociedad postindustrial
La revolución de los medios de comunicación, la creación de una "sociedad informatizada" aceleran el desarrollo de lo que he dado en llamar la sociedad postindustrial" (Bell, 1973).
Para comprender mejor el sentido global de este término examinemos el cuadro del final de este artículo, en el que se comparan esquemáticamente tipos de sociedades preindustrial, industrial y postindustrial. La mayor parte del globo -es decir, principalmente los países de Asia, de África y de Latinoamérica- es preindustrial, en el sentido de que el 60 % o más de su mano de obra trabaja todavía en industrias de extracción. Su vida es una "lucha contra la naturaleza". La riqueza nacional depende de la calidad de los recursos naturales y está sometida a las fluctuaciones del precio mundial de las mercancías.
Una parte más pequeña del globo -es decir, los países del litoral del Atlántico norte más la Unión Soviética y el Japón- forma los países industrializados, donde la fabricación de los productos- llevada a cabo gracias a las máquinas que funcionan con electricidad- está en la base de la riqueza y del crecimiento económico de estas sociedades.
Algunos de estos países están en vías de convertirse en sociedades postindustriales. Estas últimas se reconocen por dos rasgos muy diferenciados. El primer es el paso de una economía de mercancías a una economía de servicios. Los servicios existen en todas las sociedades, pero en las sociedades preindustriales son esencialmente servicios domésticos. En las sociedades industriales algunos servicios, como los públicos, los de transportes y las finanzas, están subordinados a la producción de mercancías.
En las sociedades postindustriales, el acento se pone en los servicios sociales (educación, sanidad, seguridad social) y en los servicios profesionales (ordenadores, análisis de los sistemas, desarrollo e investigación científica).
La segunda característica de las sociedades postindustriales es mucho más importante: por vez primera, la innovación y el cambio proceden de la codificación del saber teórico. Toda sociedad está basada, hasta cierto punto, en el saber. Pero sólo desde hace muy poco el cambio técnico depende de la codificación del saber teórico. Eso es algo fácilmente detectable examinando la relación entre la ciencia y la tecnología. Casi todas las grandes industrias actuales (acero, automóvil, electricidad, teléfono, aviación) son básicamente industrias del siglo XIX (aunque el acero data del siglo XVIII con Abraham Darby y el procedimiento de cokefacción, y la aviación del siglo XX con los hermanos Wright). Son industrias del siglo XIX en el sentido de que fueron creadas fundamentalmente por inventores, por "bricoleurs de talento" que tenían escaso conocimiento de las leyes fundamentales o de los descubrimientos científicos. Ese fue el caso del genial Thomas Alva Edison, que creó, entre otras cosas, la bombilla eléctrica (1879), el fonógrafo (1877), el teléfono (1876) y el cinetoscopio (1891). Y sin embargo, era muy poco lo que sabía respecto a los trabajos de Michael Maxwell o de Michael Faraday en el terreno del electromagnetismo, que más tarde se convirtió en la base de todas las investigaciones de la física moderna. Fue igualmente el caso de William Siemens con el dinamo, de Alexander Graham Bell con el teléfono y de Guglielmo Marconi con la radio.
La primera industria "moderna" fue la química, ya que se hacía necesario conocer las propiedades teóricas de las macromoléculas que se estaban manipulando para saber hacia dónde se iba. Lo que tienen en común todas las industrias de la segunda mitad del siglo XX y los productos que de ellas se derivan (electrónica, semiconductores, óptica, polímeros, ordenadores, lásers, hologramas) es que proceden del trabajo realizado en el terreno de las ciencias puras, y que es la teoría la que indica el camino a seguir tanto en las futuras investigaciones como en el desarrollo de los productos.
El punto crucial respecto a la sociedad postindustrial es que el saber y la informática se convierten en los recursos estratégicos de transformación de esta sociedad de forma idéntica a como el capital y el trabajo lo fueron para la sociedad industrial.
La "variable" indispensable para toda sociedad es pues por una parte la importancia de su investigación fundamental, de sus recursos tecnológicos y científicos -ya sea en sus universidades o en sus laboratorios de investigación-, y por otra su capacidad para desarrollarlos. Y en este aspecto la "nueva tecnología de la informática" se convierte en la base de una nueva "tecnología intelectual", donde el conocimiento teórico y sus nuevas técnicas (como el análisis de los sistemas, el programa lineal, las probabilidades) puestas en un ordenador ocupan un papel primordial en el terreno de la innovación industrial y militar.
Las consecuencias de la revolución de los medios de comunicación
Quedan por mencionar consecuencias más de la revolución de los medios de comunicación si queremos dar una imagen global de los cambios sociales.
La primera de ellas es la nueva división internacional del trabajo a nivel de la economía mundial debida a la coalición de fuerzas políticas y bursátiles.
Los países en vías de desarrollo declararon en 1975 en Lima un "Nuevo Orden Económico Internacional" y exigieron que, antes del año 2000, el 25% de los medios de producción mundial esté en manos de los países del Tercer Mundo. Es un objetivo muy poco realista. Y no obstante están en vías de producirse cambios fundamentales.
Una primera oleada de estos países se está industrializando rápidamente; a saber: Brasil, México, Corea del Sur, Taiwan, Singapur, Argelia y Nigeria. Es muy probable que en los próximos años las industrias tradicionales, como la textil, el calzado, los astilleros navales, el acero, sean desplazadas de los países industrializados hacia esos países del Tercer Mundo. Los países industrializados reaccionarán de dos formas distintas: bien utilizarán la política del proteccionismo interfiriendo así la economía mundial, bien desarrollarán una "superioridad comparativa" en las industrias de la electrónica, de la tecnología avanzada y en las industrias de base científica; es decir, en las industrias características de la sociedad postindustrial. La forma en que se produzca dicho cambio es un problema primordial en el terreno de la política económica y social, problema que todas las naciones del mundo tendrán que resolver en los próximos diez años.
El segundo problema, más sutil pero quizás aún más importante, es que la revolución en los medios de comunicación implica necesariamente un cambio de escala, un desarrollo en las palestras políticas mundiales, la reducción de nuevos reivindicadores así como la multiplicación de actores o de circunscripciones.
Se ha hablado mucho de aceleración del ritmo del cambio en estos últimos diez años. Es una idea a primera vista muy atractiva pero que a fin de cuentas no quiere decir nada; no es más que una metáfora. Ya que hay que plantearse las siguientes preguntas: "¿cambio hacia qué?" y "como medir el ritmo?". No puede aplicarse simplemente el sistema métrico y por otra parte "cambio" es un término ambiguo. Tal y como ha subrayado Mervyn Jones, una persona nacida en 1800 y muerta en 1860 habrá presenciado el nacimiento del ferrocarril, del barco de vapor, del telégrafo, de la iluminación de gas, de los productos acabados y del desarrollo de los grandes centros urbanos. Una persona nacida en 1860 y muerta en 1920 habrá conocido el teléfono, la iluminación eléctrica, el automóvil, el camión, la radio y el cine. De su época datan así mismo las teorías de Darwin, Marx y Freud; a nivel político habrá asistido a las revoluciones que derribaron las monarquías; habrá sido igualmente testigo del desarrollo de las ideas de igualdad, del ascenso y de la caída del imperialismo. ¿Cómo medir los acontecimientos de los últimos cuarenta años para poder afirmar que el ritmo del cambio se ha acelerado? Cabría decir que, dado que todo crecimiento nunca es exponencial de forma lineal, sino que experimenta una curva logística o en forma de S, estamos a punto de nivelar muchos de estos cambios que han transformado completamente nuestras vidas (por ejemplo, los transportes y las comunicaciones no van a aumentar rápidamente de forma considerable). Pero si es cierto que el abanico de estos cambios se ha ampliado considerablemente. Y una ampliación del abanico exige en lo fundamental un cambio de forma; en eso han coincidido siempre físicos y teóricos de organización. El crecimiento de una empresa, por ejemplo, exige una especialización, una diferenciación, un sistema de control y de dirección muy distinto a partir del momento en que este crecimiento aumenta de diez millones de dólares, a cien millones y luego a cien mil millones de dólares.
El problema se agudiza aún más en lo político, por lo que se refiere a los sistemas políticos. Rousseau, en El contrato social, sitúa en primer plano la idea de una "ley natural" según la cual a mayor crecimiento de un Estado, mayor centralización de su Gobierno, de forma que el número de gobernantes decrece proporcionalmente al aumento de la población. Rousseau quería decir que el crecimiento de una población supone automáticamente un cambio de forma del régimen; además, la interacción entre los individuos se desarrolla y los intereses se complican y diversifican.
El problema de las sociedades políticas modernas, sobre todo de las que quieren conservar sus instituciones democráticas, el control del Gobierno por consenso mayoritario y ampliar la participación, estriba en combinar las instituciones políticas y económicas por una parte y sus actividades por otra. El hecho de que todo Gobierno se haya alejado cada vez más del pueblo a la vez que mantiene cada vez más poder sobre el mismo conduce al separatismo, al regionalismo y a los movimientos autonomistas que nuestra sociedad también conoce. Y al mismo tiempo, el abanico de las actividades económicas a escala mundial indica claramente la carencia de mecanismos gubernamentales que padece nuestra sociedad; mecanismos que deberían ocuparse, por ejemplo, de los problemas monetarios, de los precios de las mercancías, de la remodelación industrial a la nueva escala en que se producen estos cambios. Como ya he mencionado en uno de mis artículos precedentes, lo que está ocurriendo actualmente en numerosos países es que el Estado es demasiado grande para ocuparse de los pequeños problemas de la vida y demasiado pequeño para ocuparse de los grandes problemas.
Alcance del problema en el campo de las libertades individuales
Todos estos cambios de estructura nos llevan a la pregunta clave: la del destino de las libertades individuales en este "Nuevo Mundo". Desde Aldous Huxley a George Orwell hemos tenido terribles predicciones respecto a los diferentes controles en perspectiva -como el desarrollo de un "totalitarismo monolítico", controles que procederían de estos cambios tecnólogicos. Hay un chiste soviético que dice: "¿Quién es Stalin? Respuesta: Es Gengis Khan, con un teléfono". Y podrían citarse un buen número de chistes de esta clase a propósito de como el desarrollo de las nuevas tecnologías ha permitido el crecimiento de aparatos de control y su intrusión en la vida de los individuos. El Times de Londres, en relación al crecimiento de los aparatos de vigilancia y de control en Alemania, refería recientemente el caso de un consejero comercial alemán que, debido a su trabajo, debía cruzar la frontera germano_suiza varias veces al día. En seguida sus movimientos fueron registrados en un ordenador, y de pronto se halló en la lista de las personas que debían ser vigiladas. Pero la otra moraleja de esta fábula no es que el recurso al ordenador aumente los poderes de la policía, sino más bien que, debido a las amenazas políticas de los terroristas, hay que adoptar dichos procedimientos.
Formulemos esto de forma abstracta pero simple.
La tecnología no determina las estructuras sociales. Amplía un gran número de posibilidades. De esta manera se dispone de diferentes formas de aplicar convenientemente las nuevas tecnologías en el campo de las estructuras sociales. La Unión Soviética y Estados Unidos son sociedades industriales que utilizan las mismas tecnologías por lo que se refiere a sus métodos de producción, y no obstante la organización de su industria por una parte y los derechos de la persona por otra no son los mismos en las dos sociedades. Se pueden estudiar métodos tecnológicos similares y demostrar hasta que punto "sistemas sociales" distintos los utilizan diversamente. Tomemos el ejemplo del automóvil. Podemos asociar modelos muy distintos de utilización del vehículo y de costos asociados a consecuencias diferentes por lo que se refiere al consumo de energía y al número de automóviles, sin que se modifique ni un solo aspecto del autómovil. Así pues, en algunas sociedades, se puede tener un sistema que permita al individuo poseer su propio coche y que le deje en libertad de dirigirse a donde le plazca. Sin embargo, dicho sistema significa que el individuo debe pagar caro el privilegio de poseer su propio coche (seguro, gasolina y depreciación del vehículo); este sistema también resulta caro para la comunidad que debe pagar la construcción de nuevas carreteras, de nuevos aparcamientos, etcétera.
Sin embargo cabe pensar en un procedimiento distinto como el que está ya en funcionamiento en algunas ciudades en que el automóvil está prohibido en el centro de la ciudad y ha sido reemplazado por un sistema "de utilidad pública": un individuo se abona a una agencia de automóviles; recorre a pie una breve distancia hasta un aparcamiento situado a la misma distancia que una parada de autobuses; allí alquila un coche, lo pone en funcionamiento con ayuda de una llave magnetica codificada; después de haberlo utilizado, lo deja en otro aparcamiento situado a la distancia más próxima posible de su destino. Dispone así de una gran movilidad (la misma movilidad que le ofrece un taxi, pero con una diferencia notable: el costo del conductor no existe). Un número muy limitado de vehículos es pues utilizado al máximo por esta clase de sistema de distribución. Todo lo que esto puede "costarle" al individuo es ir a pie hasta un aparcamiento y quizá tener que esperar algunos minutos antes de disponer de un coche.
Este último ejemplo ilustra perfectamente la expansión que ha adquirido actualmente el servicio de alquiler de coches que la gente encuentra a su disposición en el aeropuerto y en algunas ciudades de numerosos países. Aunque este ejemplo pueda parecer anodino (y que conste que no tengo ninguna intención de abogar para que un procedimiento en lugar de otro sea "impuesto" en nuestra sociedad), no lo es su significación: es decir,que una tecnología es compatible con una gran variedad de procedimientos sociales y que la decisión de utilizar una tecnología de este tipo depende en primer lugar de la función social que una sociedad decida ejercer.
Si ampliamos esta proposición, se llega al teorema siguiente: la nueva revolución de los medios de comunicación supone por una parte un alto grado de centralización del poder si la sociedad lo elige y por otra parte una fuerte descentralización gracias a la multiplicidad, a la diversidad y al costo poco elevado de comunicación.
Es evidente que un sistema de telemática elaborado permite la intensificación de lo que en lengunje militar se denominan los sistemas de "mando y control". Gracias a ellos, el ejército del aire norteamericano pudo establecer, hace doce años, un sistema de vigilancia de cualquier avión u ovni que atravesase el espacio aéreo del continente estadounidense, pudiendo transmitir inmediatamente cualquier información a una estación de control centralizada para que fuese analizada y catalogada. Sin esto no se podría tener un sistema de protección contra un eventual ataque enemigo. Y sin embargo, durante la guerra en Vietnam, el desarrollo de los sistemas de mando y control se tradujo en decisiones tácticas tomadas a menudo sobre una base política en Washington, mientras que antes estas decisiones eran tomadas por oficiales en el campo de batalla. La guerra en Vietnam es un ejemplo excepcional de la centralización de las decisiones militares a una escala prácticamente desconocida hasta entonces.
En Chile, desde 1971 hasta 1973, el teórico británico (en el ámbito de la organización) Stafford Beer intentó preparar por ordenador un programa de análisis estableciendo en sus menores detalles la economía chilena para poder eventualmente controlarla. Bajo la dirección y con el apoyo y la colaboración del Gobierno de Salvador Allende, fue creada una sala de operaciones centralizada con el objetivo de planificar el control centralizado de la industria chilena. En este caso no se trataba de una "simulación", como lo habían hecho Jay Forrester y sus colegas para demostrar lo que "podría pasar" si se confirmaban algunas hipótesis, sino un "modelo periódico" operacional (es decir, un conjunto de minisistemas construido a partir de un modelo de sistemas más importantes) con la finalidad de dirigir el curso de la economía a partir de un centro único. Queda por dilucidar si ello hubiera sido posible o no; este intento fue interrumpido por el derrocamiento del Gobierno de Allende en septiembre de 1973.
Y sin embargo gracias a esta misma tecnología se podrían tomar direcciones completamente opuestas.
Gracias a la expansión de los emisores_receptores, se podría disfrutar fácilmente, de un sistema "plebiscitario" completo por el que se tendrían referéndums sobre un buen número de problemas, el resultado de estos referéndums sería retransmitido acto seguido en cada caso individual a través de ordenadores. Para algunos esto representaría la democracia "perfecta"; otros verían en ello a una "sociedad más engañosa"; para otros finalmente sería "la tiranía de la mayoría" o el crecimiento continuo de la inconstancia de los debates políticos y de los conflictos en la sociedad.
Sin necesidad de ir de un extremo a otro (y a veces los extremos se tocan), es evidente que la revolución en el terreno de las comunicaciones permite una gran variedad de expresiones culturales y un mayor nivel de diferentes tipos de vida debido únicamente al aumento de los canales disponibles.
Esto es ya una realidad por lo que se refiere a la radio en Estados Unidos, por ejemplo, donde cada emisora se especializa para responder a todos los gustos, ya sean programas de rock o de música clásica, emisiones serias o juegos retransmitidos. Además, con la multiplicación de las cadenas de televisión y de los video_cassettes, la variedad de elección en este terreno es algo francamente asombroso.
En un mundo libre no habría que infravalorar la ingeniosidad de los individuos a la hora de crear sus propias formas de comunicación y sus propias "comunidades". Nadie, por ejemplo, había previsto un desarrollo tan rápido de las radios como centros emisores-receptores, ni la forma en que iban a ser utilizadas.
Estas radios son pequeños aparatos (parecidos de alguna forma a los walkies_talkies) provistos de una longitud de ondas que permite comunicar con "cada hijo de vecino". Un primer fenómeno social extraordinariamente interesante que se desarrolló fue el de comunicaciones anodinas entre camioneros. Estos utilizaban su aparato bien fuera para avisarse mutuamente de las "trampas" tendidas por la policía de carreteras, bien fuera para intercambiarse informaciones relativas a las condiciones de la carretera o simplemente para ampliar sus relaciones sociales a fin de romper la soledad de su condición. Estas radios se han convertido, de alguna forma, en el medio de comunicación más importante de pueblos aislados, como los de Nova Scotia, una especie de "teléfono comunitario". Además, con la existencia del cable televisión_video, pueden preverse intercambios "comunitarios" entre personas mayores o entre fanáticos de un determinado pasatiempo, o incluso entre individuos con intereses o necesidades particulares.
En un sentido político más amplio, la reducción de las "relaciones económicas externas" gracias al contacto directo llevará ciertamente a la reorganización de las unidades políticas. Esto se realizará sobre todo con objeto de armonizar estas unidades políticas con la unidad social correspondiente tanto del vecindario como de la provincia.
Por último diremos que el problema de la relación entre la tecnología y las libertades individuales es un problema prosaico y profundo a la vez. Por una parte prosaico, ya que la tecnología puede desarrollar estas libertades, suprimirlas, intensificarlas o incrementarlas, dependiendo de la orientación seguida por un sistema político. Por otra parte, el problema es profundo, ya que el hombre es homo duplex, una criatura capaz por un igual de compasión y de crueldad. Las opciones elegidas son el resultado de largos esfuerzos emprendidos por las comunidades civilizadas que en todo momento han procurado hallar los medios institucionales que permitan a los individuos realizar su potencial respetando al mismo tiempo su integridad.

Daniel Bell, sociólogo norteamericano, nació en 1919. Ha sido profesor en las Universidades de Columbia, Chicago y Harvard. Conocido por sus aportaciones al debate sobre la cultura de masas, el fin de las ideologías y, más recientemente, a las condiciones del advenimiento de la sociedad postindustrial. 

Fuente: Moragas Spa, Miguel de.
Sociología de la comunicación de masas.
Editorial Gustavo Gili.
Barcelona, 1984.

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